La banda oriunda de Suecia se presentó en el Estadio Malvinas Argentinas
Aunque marginado del eje comercial Estados Unidos-Inglaterra, Suecia siempre le ofreció a la industria de la música todo tipo de talentos. Europe es el eslabón suelto entra las fábricas de hits de antaño (ABBA, Roxette) y las nuevas generaciones interesadas en la inmensa diversidad del metal a cargo de Hammerfall, Therion o Arch Enemy, entre otros. Es cierto que no son influencia decidida de estos últimos ni que tampoco pertenecen al primer grupo (su caudal hitero se reduce a dos canciones). En todo caso, es una banda pesada que pudo sobrevivir a un embriagador momento de popularidad exitosa y que, dos décadas más tarde, sale a mostrar por el mundo las medallas y las heridas que quedaron de ese entonces.
Aunque a muchos les parezca un insulto, fue "Carrie" (esa balada profana que les valdrá lo mismo leds de celulares en alto que críticas feroces) la que llevó la temperatura al palo con luces al rojo vivo y la pericia (también la voz) a prueba de balas de un auténtico entendido en manejos de escena y escenario como Tempest. Pero aquello fue apenas un breve alto de un camino pateado por el Europe más hardrockero y entrañado, en donde los riffs aguerridos de John Norum y su inacabable colección de guitarras marcaron el pulso a través de "More Than Meets the Eye", el inesperado "Stormwind" (cuya elección puso en manos del público), "Cherokee" y "Ready or Not".
No hubo más tribuneadas que las tolerables: los "Gracias, Buenos Aires" necesarios y un "Don't Cry for me Argentina" en la intro de la reciente balada "New Love in Town", afición por los mash-ups que también se manifestó en la interesante versión de "No Woman, No Cry" encubierta en "Superstitious". El tecladista Mic Michaeli y el baterista Ian Haugland acompañaron el "Yo soy de Europe/es un sentimiento/no puedo parar" desde sus instrumentos y, al igual que otros instantes de la noche, quedaron debidamente registrados por la cámara personal de Tempest -también por las de allegados del grupo-, lo que hace presumir un posible material en vivo con tomas porteñas.
Para el final, "The Final Countdown", casi como anécdota menor en una noche épica donde Europe legitimó su acervo popular en los confines del mundo con una sólida y ardiente presentación ante quienes, alguna vez, los tuvieron mirándolos desde algún poster de pared. Una crónica más entre tantas visitas de época, o un pequeño pero poderoso relato de época en voz de quienes, ya sin cueros ni brushings anacrónicos, aún pugnan por su vigencia.
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